VEINTE AÑOS DE PRISION. Los anarquistas en las cárceles de Franco.

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BUSQUETS, JUAN
9788486864309 – ANSELMO ALONSO – 1998 – 219 páginas /orri.

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Descripción

 

 

 

 

 

Busquets era un niño durante la Guerra Civil. A finales de los años cuarenta, cuando él cuenta con veinte años, y ante el panorama desolador, lleno de injusticias y opresión que se vive en España, se une a la lucha que están llevando a cabo los compañeros que procedentes de Francia cruzaban la frontera dispuestos a hacerle frente al régimen dictatorial. El grupo es detenido, se les encausa y son condenados a muerte. Busquets, el más joven de todos, vio conmutada su pena. Tristes y trágicos momentos nos hace sentir el Senzill, alias con el que le conocían los compañeros, con el recuerdo de situaciones tan extremas y conmovedoras: la comunicación de la sentencia de la pena de muerte, la posterior conmutación, la ejecución de los otros compañeros que componían el grupo…
Juan Busquets fue trasladado y cumplió la condena en varias prisiones hasta que veinte años después de ser detenido es puesto en libertad. Durante todos esos años conoció a muchos compañeros y de ellos nos habla. La dictadura sólo permitía el silencio y el asentimiento al Régimen. Era una época en la que el simple hecho de abrir la boca, escribir o imprimir panfletos para expresar las ideas u organizar el sindicato suponía años de prisión.
Como veinte años dan para mucho, especialmente para un hombre que tiene por filosofía fundamental la libertad, la idea de saltar el muro era permanente. Una de las intentonas para fugarse de la cárcel la realizó con un preso común y con Juan Gómez Casas. Por no seguir los pasos acordados entre los tres, el preso común, que fue quien no los respetó, es el que consiguió evadirse y pasar a Francia. Las terribles consecuencias de la captura la pagaron Gómez Casas y Busquets: el primero, con secuelas que aún le duran; el segundo, con la rotura de una pierna que se fracturó al caer sobre una acequia y que le provocó graves dificultades al sufrir una infección. Estuvo a punto de que se la amputaran; la penicilina no le hacía efecto. Unos antibióticos que le hizo llegar al hospital el compañero Progreso Fernández le salvaron.