Descripción
El 1 de marzo de 1976, el gobierno británico retiraba el derecho de los prisioneros republicanos a ser calificados y tratados como prisioneros
políticos, dándose comienzo a lo que consideraba la batalla final para derrotar a los grupos republicanos del norte de Irlanda. Las y los
prisioneros lo tuvieron claro desde un principio: se debía derrotar la criminalización de la lucha republicana por parte del gobierno británico, particularmente ante la comunidad internacional, mediante todos los medios que tuvieran a su alcance.
Los y las prisioneras en las cárceles de Long Kesh y Armagh realizaron la promesa de que resistirían cualquier intento de criminalizarlas embarcándose
en una larga protesta en ambas prisiones, teniendo como objetivo irrenunciable de la protesta la recuperación del estatus de prisioneros políticos. Lo intentaron por todos los medios, pero como dijo Bobby Sands en su diario ?No nos criminalizarán, no nos robarán nuestra verdadera identidad, no nos arrebatarán nuestra personalidad, despolitizándonos, para convertirnos de manera sistemática e institucionalizada en robots obedientes de sus leyes. Nunca etiquetarán nuestra lucha como criminal?.
El 1 de marzo de 1981, el comandante al mando de los prisioneros del IRA en la prisión de Long Kesh, Bobby Sands, comenzaba la huelga de hambre que le llevaría a la muerte.
Posteriormente, desde su muerte el 5 de mayo hasta el 4 de octubre, fecha en que se anuncia el final de la huelga de hambre, otros nueve republicanos morirían en el Hospital penitenciario de los infames Bloques H. Sus nombres eran Francies Hughes, Raymond McCreesh, Patsy O?Hara, Joe McDonnell, Martin Hurson, Kevin Lynch, Kieran Doherty, Thomas McElwee y Michael Devine.
La huelga de hambre de 1981 es un capítulo transcendental tanto en la historia irlandesa como en la lucha republicana por la reunificación, quedando como uno de los actos más desinteresados de lucha y entrega por una causa revolucionaria, no abarcando únicamente a los prisioneros de la cárcel de Long Kesh, sino que en la enorme vorágine de acontecimientos, implicó a sus camaradas de la prisión de Armagh, al conjunto del republicanismo, al lealismo y sus escuadros de la muerte, a los gobiernos británico e irlandés y a toda la población de los 32 Condados
de Irlanda. Doscientos días dramáticos durante los cuales se llenaron las calles irlandesas de muerte y violencia y que cambiaron para siempre la vida política, la sociedad y la historia de Irlanda.