Argelaga # 3 (Nov. 2013)

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2013122800029 – Núm./Zbk.: 3 – Argelaga – 2013 – 80 páginas /orri.

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Descripción

Editorial

La guerra contra el territorio, estadio supremo de la dominación
El modelo expansivo de conurbaciones y suburbios iniciado a mediados del siglo pasado ha convertido progresivamente a los esclavos del trabajo en prisioneros del coche, del centro comercial, de la hipoteca, del recibo de la luz… La depredación capitalista ha hecho prosperar a golpe de urbanización y fomento de infraestructuras, primero, y deslocalización de industrias y financiarización de la economía, más tarde, su dominación sobre las poblaciones. En su «hacerse mundo» las ha trastocado en usuarios, en consumidores desclasados, y en pleno reventón de sus contradicciones, de «crisis» (ecológica y climática, principalmente), está convirtiendo a una parte cada vez más numerosa en superflua. Quien controla el tablero, en este caso el territorio, controla la guerra. Es eso a lo que viene dedicándose el llamado capitalismo del despojo.
El artículo de Miquel Amorós fue escrito para un debate con Luis Blanco y Carlos García sobre «Crisi, lluites i perspectives anticapitalistes» el 25 de mayo de 2013, organizado por la Assemblea Llibertària del Vallès Oriental, en Granollers

 

ZAD, Notre Dame des Landes ¿Por qué los zadistas despiertan tanta simpatía? ¿Qué pasa ahora en la ZAD?
Cabe recordar que la ZAD (Zona de Acondicionamiento Diferido) es el territorio afectado por la construcción de un aeropuerto cerca de la ciudad de Nantes, iniciativa del alcalde socialista Jean-Marc Ayrault, hoy primer ministro, cuya realización correría a cargo de la multinacional Vinci, y al que el movimiento de oposición rebautizó como «Zona A Defender».
En la oposición confluyen dos puntos de vista diferentes: el de quienes quieren reapropiarse de las tierras para trabajarlas colectivamente, sacándolas fuera del ámbito del Estado y de la propiedad privada, es decir, el de los zadistas, y el de aquellos que desean preservar unas cuantas hectáreas de tierra para su uso agrícola convencional, el de la Asociación Ciudadana Intercomunal de Poblaciones afectadas por el proyecto de Aeropuerto de Notre Dame des Landes, la ACIPA. Sin duda, las declaraciones de Ayrault sobre «un diálogo e intercambio constructivo» con la oposición al aeropuerto, prometiendo una revisión del proyecto y una reducción de la superficie afectada, reafirmaron la ACIPA en el «debate democrático» con las autoridades, entrando en conflicto larvado con los ocupantes zadistas. La ruptura sobrevino al abandonar los gendarmes el cruce de La Saulce, punto de control estratégico de la ZAD. Los zadistas, en previsión de un posible retorno, cavaron fosos en la carretera. Los gendarmes volvieron lanzando pelotas de goma y granadas de gases lacrimógenos, que causaron quince heridos. Como protesta, hubo manifestaciones en distintos lugares de Francia. El presidente de la ACIPA, Jules Durand, se desmarcó de la acción en un duro comunicado emitido ese mismo día: «La ACIPA y la ADECA lamentan que se excavaran trincheras en la única carretera que podía utilizarse
con normalidad, dando pretextos al enfrentamiento y comportando la escalada de violencia tanto de un lado como de otro». No contento con eso, declaró al diario «Libération»: «La ACIPA condena los enfrentamientos violentos e inútiles que van a dificultar el inicio de diálogo con los poderes públicos que parecía vislumbrarse.»

Pobles vius, pobles combatius! Retazos de un año de lucha contra la Alta Tensión (Segunda parte)
Segunda y última parte de este testimonio y análisis de la oposición organizada contra una Línea de Alta Tensión, entre diciembre de 2010 y diciembre de 2011, en la comarca valenciana de la Vall d Albaida.

Una tele, un frigorífico y un Volkswagen. Reflexiones alrededor de la lucha minera
Este artículo de No i punt, colectivo afincado entre Albaida, Alcoi y Alicante, reflexiona sobre las demandas de los mineros asturianos en un contexto de puja del capitalismo a favor de técnicas extractivas cada vez más dañinas, como es la minería a cielo o a tajo abierto. Se trata, no lo olvidemos, de un escenario de cenit petrolífero y gasístico. El trabajo se divide en cuatro apartados: «El primero consistirá en una breve descripción del sector minero en el Estado español; en el segundo indagaremos en las razones y causas que despertaron la aceptación y simpatía de ciertos sectores hacia la lucha de los mineros y los diferentes impactos de la actividad minera; en el tercero intentaremos analizar cuáles son las reivindicaciones de los mineros, las alternativas al carbón lanzadas por el Estado, la izquierda y los grupos ecologistas y las contradicciones que esconden; finalmente, nos centraremos en algunas hipotéticas situaciones que podrían apuntar hacia futuras soluciones a los problemas de la alienación laboral y la secularización del actual sistema.»

La moneda social, ¿una herramienta transformadora?
El grupo por la defensa del territorio del Alto Palancia analiza el fenómeno de la moneda social a partir de los discursos del Movimiento Decrecentista francés y la Cooperativa Integral Catalana, a los que considera sus principales promotores. Los primeros, a nivel europeo y, los segundos, en la península. Si bien a estos grupos hay que reconocerles el haber introducido en la escena pública un cierto cuestionamiento del mito liberal del «crecimiento ilimitado» y el colapso al que nos conduce, hay que recriminarles del mismo modo su autocomplaciencia general, de la que deriva que hablen de «salir de la economía» sin un proceso de luchas y enfrentamientos previo, considerado no deseable […] O lo que es lo mismo, salir del capitalismo sin un proceso de derribo, tan solo con la buena voluntad de un conjunto de «prosumidores» (productores/consumidores)».

De la lucha contra la macrocárcel a una perspectiva revolucionaria contra la cárcel en Euskal Herria
El colectivo Autodefentsa parte, en este texto de 2010 y revisado en octubre de 2012, de la experiencia de movilización contra la macrocárcel de Zaballa (Vitoria-Gasteiz) para deliberar acerca de las dificultades y límites que encuentran a su paso quienes luchan por la abolición de todas las cárceles.

Carta de Giobbe, represaliado anti-TAV, del 27 de agosto de 2013
Las instituciones italianas promotoras del TAV llevan años tratando de imponer su paso por Val di Susa, valle situado al oeste del Piemonte, lo que ha venido traduciéndose en detenciones, encarcelamientos y criminalización del movimiento opositor. Intento de robo, secuestro agravado y resistencia a un funcionario publico; con estas acusaciones fue arrestado el pasado 13 de agosto en Dumenza, localidad y municipio de Varese, David Giacobbe (Giobbe). Los echos se remontan al 16 de noviembre de 2012, en relación a una discusión verbal con un carabinieri en las inmediaciones de una acampada contra el TAV en Val di Susa. La tarde del 27 de agosto Giobbe fue excarcelado en tercer grado, con la prohibición de dejar Turín y la obligación de volver dormir a prisión. Ese mismo día, seis activistas más fueron detenidos.
Giobbe es militante No TAV y forma parte del equipo de redacción de «Nunatak. Revista de historia, cultura y lucha de la montaña».

Simone Weil y el marxismo. Entre la revolución y la renuncia
El trabajo de Bernard Pecheur sobre Simone Weil nos acerca a la encrucijada del pensamiento revolucionario ante el enorme retroceso del movimiento obrero de su tiempo. Simone destacó como autora original y comprometida, siendo la que más insistió en que la tarea primordial de la revolución consistía en situar al ser humano como medida de todas las cosas. No creía en la función liberadora del progreso mecánico o económico: el trabajador seguiría siendo explotado y, por lo tanto, continuaría deshumanizándose. En un régimen socialista que no suprimiera las fábricas y las estructuras burocráticas todos estarían sometidos a imperativos técnicos y económicos, definidos por una nueva clase explotadora, de vocación totalitaria, encaramada en el Estado. Al aplastar la individualidad y engendrar la burocracia, la revolución social se convertiría en una atroz dictadura. El vehículo que nos llevaría a la misma serían los partidos. Su único objetivo era el poder, no el bien público o la justicia, para lo cual cualquier engaño o iniquidad valía. Pero «solo lo que es justo es legítimo», la mentira y la manipulación eran aliadas del totalitarismo. En uno de sus últimos escritos nos advertía del mal partidista que había que evitar. Los partidos políticos eran máquinas de pasión espuria, la negación misma del pensamiento y, por lo tanto, de la verdad y de la libertad, una «lepra que nos mata» cuyo único remedio no podía ser más que la supresión de aquellos.
El presente texto forma parte de los trabajos preparatorios de un escrito colectivo, La Lámpara fuera del Reloj, que será publicado en Francia en los próximos meses por Les Amis de la Roue.

Incitación al socialismo. Prefacio a la segunda edición
Landauer es el teórico anarquista que más ha identificado el espíritu romántico con el revolucionario. Las revueltas campesinas anabaptistas y las formas de libertad engendradas en el pasado precapitalista y ahora desaparecidas inspiraron su obra. Landauer buscaba en la cultura comunitaria y asociativa de la Edad Media -en los gremios, cofradías y hermandades- elementos para la constitución de un mundo socialista y libre. Fue uno de los pocos que defendió el retorno al campo como parte del programa revolucionario. La Modernidad, según decía, no había sido más que un periodo de decadencia y de transición a la que una revuelta quiliasta y milenarista pondría fin. No se trataba de una vuelta al pasado, sino de la creación revolucionaria de una nueva cultura socialista apoyada en los mejores logros de la civilización anterior, cuando el Estado no existía. Los males de la industria, justificados por un filisteismo burgués, compartido por no pocos dirigentes obreros, le empujaron a condenar el progreso y toda concepción social basada en él. Cualquier mejora, inmersa en un ambiente productivista, no serviría más que para agravar el mal. Para Landauer, como para W. Benjamin, la historia no seguía caminos evolutivos, sino que era como una charca agitada por repentinas explosiones y abruptos instantes, las revoluciones. Eran momentos en los que las utopías sociales ponían en relación dialéctica el presente con el porvenir. El prólogo de Incitación al socialismo, uno de sus últimos escritos, demuestra el grado de lucidez práctica con que encaraba la revolución real, con sus lastres y sus promesas de futuro.