Revoluciones campesinas

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Albert Provent y François de Ravignan
9788485361236 – Ruedo Ibérico – 1980 – 122 páginas /orri.

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Descripción

Resumen

Los autores de este libro son dos jóvenes agrónomos que han contrastado sus estudios con una actividad sobre el terreno -organización de cooperativas, ayuda técnica en varios países africanos-, y de esa experiencia directa han extraído la presente reflexión sobre el funcionamiento de la agricultura y el comercio a escala mundial de las materias primas alimenticias, dedicando especial interés a las técnicas de cultivo, la utilización de los bienes naturales y la comercialización de productos que podrían constituir una alternativa viable al actual sistema, caracterizado por la ruina acelerada de métodos tradicionales de trabajo, la inutilización a gran escala de suelos perfectamente aptos para alimentar a las poblaciones que en ellos viven y la dependencia cada vez mayor de las economías de los países sometidos a los intereses de las potencias que han incluido en su arsenal lo que ya se llama «el arma alimenticia».

«Sin cambios políticos en profundidad, el sistema económico mundial no puede hacer otra cosa que instalarse en un estado de crisis permanente. Es urgente la constitución de una fuerza política capaz de proponer algo distinto al clásico y lenificante «mejor reparto de los frutos del crecimiento». Sólo entonces las utopías de nuestras sociedades podrán coincidir con la utopía de las revoluciones campesinas.

De la solidaridad en la utopía puede surgir una solidaridad en la acción. Mas si es verdad que esta puerta da a un mundo nuevo, éste no será sin embargo el producto de una «civilización planetaria». Pues tal ideología es sobre la que se basa el actual sistema que, agravando los desequilibrios, introduce en el mundo un foco de irracionalidad política creciente; a las actuales guerras locales, signo evidente de tal irracionalidad, puede suceder la guerra crónica que tal vez desemboque, por accidente o deliberadamente, en la aniquilación que hoy en día hacen posible las «cerillas nucleares», tan fáciles de encender.

El mundo en que vivimos no necesita una civilización mundial prefabricada. No necesita hombres seguros de su destino y que, por consiguiente, se crean dueños del destino de los demás. Las doctas certezas a que estamos aferrados tal vez engendren nuevas certezas, pero impiden la confrontación. Y el mundo de hoy necesita confrontación, necesita descubrir en qué consiste escuchar. Y si lo consigue ya no podrá ser un mundo unificado en la certeza. Será por fuerza un mundo en plural. Mundo seguramente menos confortable que un mundo de certezas, pero en el que sigue siendo posible, sin embargo, la unidad de acción.»

(Albert Provent y François de Ravignan)