perspectivas de modificacion consciente de la vida cotidiana

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Guy Debord
2005122700058 – skp – 2000 – 10 páginas /orri.

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Descripción

 

 

Guy Debord, no era consciente a principios de los sesenta, con su conferencia «Perspectivas de modificación consciente de la vida cotidiana«, de la proyección real y práctica que la misma tendría más de cuarenta años después, en nuestros días. Es la misma traza, en fresco, sobre los aspectos usuales y aparentemente intrascendentes de nuestra vida diaria, marcada por el trabajo y el consumo, como pautas normales e indiscutibles del mundo moderno. Esta cotidaneidad, racionalizada y empleada como instrumento de control social, la estudia el ensayo que aquí nos ocupa, «La McDonalización de la sociedad. Un análisis de la racionalidad en la vida cotidiana«, de George Rizter.

Este sociólogo norteamericano, en la citada obra nos alerta sobre el proceso de racionalización acelerada que define cada vez más áreas de nuestra vida. Y como icono y modelo de este proceso, erige a McDonald´s. Para Rizter, McDonalización es «el proceso mediante el cual los principios que rigen el funcionamiento de los restaurantes de comida rápida han ido dominando un número cada vez más amplio de aspectos de la sociedad norteamericana, así como la del resto del mundo.» De este modo, la McDonalización es la consecuencia lógica de procesos anteriores: Burocratización, de Max Weber, la organización científica del trabajo, de Taylor o la producción serializada en cadena de Henry Ford. No sólo indaga en los restaurantes de comida rápida, sino que nos aporta una visión mcdonalizada de otras facetas de la sociedad moderna como el ocio burgués, la medicina, los medios de comunicación de masas

Este ensayo estudia los principios que sustentan el proceso de McDonalización – eficacia, cálculo, predicción y control – partiendo de la teoría sobre la burocracia de Max Weber, así como las razones de su éxito en todo el mundo.

«Los centros de enseñanza, especialmente en sus grados inferiores, han desarrollado una amplia variedad de tecnologías encaminadas a ejercer un control sobre los estudiantes. Muchos de los objetivos de la enseñanza, ya desde un primer momento, se encaminan a mantener a los alumnos sujetos a sus normas y regulaciones. Incluso se puede advertir esa misma situación en las guarderías, que han llegado a considerarse como campos de concentración educativos. A aquellos que se comportan según la norma se les trata como a buenos estudiantes, mientras que quienes no lo hacen así son etiquetados como malos alumnos. A los estudiantes se les enseña no sólo a obedecer a la autoridad, sino también a ser receptivos a los procedimientos racionalizados de una enseñanza rutinaria, y a las pruebas objetivas que confirman que han aprendido lo que deberían. Y lo que es mucho más importante, no tiende a premiarse la espontaneidad y la creatividad, que incluso suelen ser reprimidas, lo que ha creado un fenómeno que un experto ha denominado como la educación para la docilidad.

El reloj y el plan de estudios no son otra cosa que tecnologías que se utilizan para ejercer el control sobre el alumnado. La tiranía del reloj impregna todo el sistema escolar (y, a la vez, muchos otros ámbitos sociales). Una clase debe durar hasta (y acabar con) el sonido del timbre. Así, que aunque los alumnos estén a punto de alcanzar la comprensión de algún tema, la lección tiene que finalizar. Otro ejemplo es la tiranía del plan de estudios. Una clase debe centrarse en aquello que viene determinado en el plan de estudios, sin que importe que la clase (y, quizás, también el profesor)pueda estar interesada en otro tema diferente. Tenemos el ejemplo de un profesor que se encuentra con un grupo de niños entusiasmados con el examen de la tortuga. Vamos niños, olvidaos ya de la tortuga
insiste el profesor -. Ahora tenemos clase de Ciencias y el tema de hoy son los cangrejos. En resumen, se tiende a formar alumnos sumisos y maleables; y desde el punto de vista del sistema educativo, muy a menudo, los estudiantes creativos e independientes son sucios, caros y precisan mucho y tiempo.

(…) La universidad moderna puede llegar a convertirse, por numerosas vías, en un lugar altamente irracional. Muchos estudiantes (y miembros del claustro) se desaniman por la atmósfera parecida a la de una fábrica que se respira en tales universidades. Se deben sentir como autómatas que serán procesados por la burocracia y el ordenador, o incluso como ganado que pasa por una planta de procesado de carne. En otras palabras, en tales establecimientos la educación puede llegar a ser una experiencia deshumanizante. Masas de estudiantes, grandes e impersonales dormitorios y abarrotadas clases, hacen que sea difícil llegar a conocer a otros compañeros de estudio. Las clases abarrotadas, limitadas estrictamente por el reloj, hacen casi imposible conocer a los profesores de verdad. Como mucho, se puede conocer a un profesor o ayudante que tenga a su cargo un seminario. Puede que las notas las decidan una serie de ordenadores que corrigen cuestionarios y pueden anunciarse de manera impersonal, a menudo mediante el número de carnet de identidad y no por el nombre del alumno. En resumen, los estudiantes quizás se sientan poco más que objetos sobre los que se derrama saber a medida que van pasando por la cadena de montaje educativa que proporciona información y otorga títulos.

Es evidente que los avances tecnológicos están desembocando, en el campo de la educación, en irracionalidades incluso todavía más grandes. En la práctica, el contacto mínimo entre el profesor y el estudiante se está limitando aun más por avances tales como la televisión educativa, la televisión de circuito cerrado, la enseñanza computerizada y las máquinas que enseñan. Pronto podremos ser testigos de la fase última en el proceso de deshumanización de la educación: la eliminación del profesor humano y de la interacción humana entre profesor y alumno.»

A.L. Eliseo Reclús

Extraído del Zine Creativ@ nº4 diciembre de 2002