Descripción
[…] la experiencia onírica de la realidad que emana del derivar tiene un efecto demoledor inmediato sobre el horario calculado, pues en su fluir el tiempo ya no se justifica por la obligatoriedad de una actuación, ni el individuo tiene tampoco que justificar su «hacer» en función de un tiempo determinado en el que deba «cumplir». Ahí, el tiempo no se mide por ninguna finalidad, por ningún acatamiento ni por ninguna penitencia, sino por la expansión de un placer psicofísico (una suerte de libido mental) del acontecer que disipa las fronteras del comportamiento programado, excedidas por la vivencia. […]