EL TRIBUNO DEL PUEBLO

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BABEUF, G.
9788433415059 – JUCAR – 1981 – 248 páginas /orri.

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Descripción

Un libro fundamental para el estudio de la Revolución Francesa, para la discusión política sobre todos los procesos revolucionarios, para el trabajo académico y docente en todos los niveles, para una lectura entretenida e interesante sobre un personaje injustamente poco conocido.

Este libro es una compilación de fuentes en donde pueden leerse las ideas que constituyeron el eje de la famosa «Conspiración de los Iguales» en 1796 y que guiaron al primer movimiento comunista de todos los tiempos. Además, inlcuye una completa biografía de Graco Babeuf: su vida, su rol en la Revolución Francesa y su legado como revolucionario.

Graco Babeuf nació en 1760 bajo el nombre de Francois Noël Babeuf. Agitador y publicista de la Revolución Francesa. Fue varias veces encarcelado por su acción política, que no sólo reclamaba la profundización de la Revolución y la destrucción de los resabios feudales, sino también la igualdad social. En 1794 adoptó el seudónimo Graco, en homenaje a los tribunos romanos. Organizador del primer partido revolucionario y de la primera revolución comunista de la historia (la Conspiración de los Iguales), muere en 1797 guillotinado por el gobierno reaccionario de Termidor.

Fragmentos del estudio introductorio de Eduardo Sartelli – Graco Babeuf y los problemas permanentes del proceso revolucionario – En todas las grandes revoluciones modernas, dice Marx en El Manifiesto Comunista, el proletariado tiene una literatura que expresa su voz. Estas expresiones teóricas son el correlato literario de las guerras campesinas en Alemania y las tendencias anabaptistas, de Thomas Münzer, de los «levelers» en la Revolución Inglesa y de Babeuf en la francesa. Siendo críticos, Marx y Engels distinguen a Babeuf de la otra gran corriente del socialismo, el socialismo utópico. Babeuf no construye sociedades ideales al margen de la sociedad real, ni repudia la acción directa. Todo lo contrario, es el primer teórico moderno de la insurrección y del partido, un producto muy temprano de la propia revolución burguesa. Como tal, el babuvismo es la primera manifestación orgánica del movimiento comunista que retomarán Marx y Engels. Reivindica la lucha de clases, las transformaciones en la base material de la sociedad y la búsqueda
del poder estatal. Es abiertamente político. Como sostiene el historiador Albert Soboul, «por primera vez, la idea comunista se había convertido en fuerza política: de ahí deriva la importancia de Babeuf, del babuvismo y de la Conspiración de los Iguales en la historia del socialismo.» (…)

 

Babeuf y la Conspiración de los Iguales – Francois Nöel Babeuf, nace en St Quentin, Picardía, el 23 de noviembre de 1760. Se caracteriza por un profundo conocimiento del mundo feudal, a partir de su profesión como especialista en derecho y comisionado de tierras. Esta situación le concederá un horizonte crítico superior a cualquier otro en su época. Fue un autodidacta educado fundamentalmente por su padre, en particular algo de latín, alemán y matemáticas. A los quince años entró al servicio de un comisionado de tierras del que aprenderá el oficio. A los 25 años ya casado, mantendrá a su familia en una posición social acomodada, como jefe de una oficina con empleados y tiempo suficiente como para dedicarse a cuestiones literarias y asuntos públicos. (…)

El año de 1789 no lo sorprende, habiendo activado políticamente en su distrito. El primer artículo con el cual Babeuf expone sus ideas sobre la transformación social en marcha, es una propuesta sobre la abolición de la propiedad feudal y el reemplazo de la masa de impuestos por una tasa única cobrable a todos. Esta propuesta bastó para hacerle perder su puesto, perseguido por un «gallo de aldea» (personaje poderoso económicamente e influyente políticamente) local. Parece, según Belfort Bax, que su primer acto revolucionario fue su participación en la destrucción de los archivos señoriales de la zona. No se sabe si por esto o por otras razones, se traslada a París y está presente en la ciudad el día de la toma de la Bastilla. Babeuf se convierte ya en un revolucionario hecho y derecho. (…)

Su principal instrumento político es su periódico El Tribuno del pueblo, cuyo nombre está íntimamente ligado a esa costumbre de la época revolucionaria de leer el presente como un renacimiento de las instituciones de la república romana. Él mismo va a abandonar su recientemente adquirido nombre de Camilo por el de Graco, en alusión a Tiberio y Cayo Graco, los famosos tribunos romanos de la plebe, asesinados por los grandes terratenientes a causa de su política de reforma agraria. (…)

Babeuf no puede evitar la persecución a la que es sometido por el régimen surgido de Termidor y termina nuevamente en prisión en febrero de 1795. Es allí donde escribe un manifiesto titulado Babeuf, el Tribuno del Pueblo, a sus ciudadanos amigos, una defensa de sus actividades políticas. Es en prisión donde el Tribuno va a reclutar importantes adeptos para su causa, en particular miembros de la Montaña detenidos luego de la caída de Robespierre. Sale de la cárcel, en setiembre de 1795, gracias a una amnistía decretada por la Convención Nacional. Comienza aquí, señala Bax, el gran momento de la actividad política de Babeuf. (…)

En este clima de reacción política, Babeuf va a organizar, en octubre de 1795, con sus numerosos seguidores en su Picardía natal, los nuevos adquiridos en París, y los restos proscriptos de la Montaña, la Sociedad del Panteón, su primera estructura política importante. El eje político es la defensa de la igualdad económica como base de la igualdad política. El Tribuno del Pueblo se transformó en el órgano oficial de la sociedad, que comenzó a crecer rápidamente, al amparo de la crisis del asignado, la inflación y el marasmo económico. (…)

Partidario de la insurrección popular, entiende que necesita una organización aceitada para evitar que se repitan los fracasos de Germinal y Pradial (abril-mayo de 1795), donde la lucha popular culminó en nada por falta de dirección. Esa dirección no puede ser pública, concluye Babeuf, sin exponerse a la represión fácil. La insurrección debe ser organizada por un comité secreto. Se forma así un Comité General de Seguridad, organismo secreto, formado por Babeuf, Debon, Buonarroti, Darthé, Lepelletier y Maréchal. Este directorio secreto se transformó en el centro de la Conspiración de los Iguales. El eje político de la conspiración consiste en el repudio a la Constitución de 1795 y en la defensa de la igualdad económica. El Directorio Secreto dará a conocer sus ideas en un documento titulado Análisis de la doctrina de Babeuf, Tribuno del pueblo, proscripto por el Directorio por haber dicho la verdad. Entre sus definiciones se encuentran las siguientes, según Belfort Bax:

1. La naturaleza ha dado a todo hombre un derecho igual a disfrutar de todos los bienes.
2. El objeto de la sociedad es la defensa de esta igualdad, a menudo atacada por el fuerte, y, mediante la cooperación de todos, incrementar los medios de disfrute comunes.
3. La naturaleza le impone a todos la obligación de trabajar, nadie puede evadirla sin cometer un crimen.
4. El trabajo y el goce deben ser comunes a todos.
5. Existe la opresión cuando un hombre, después de cansarse trabajando, no obtiene nada mientras otros nadan en la abundancia sin haber hecho nada.
6. Nadie, sin cometer un crimen, puede apropiarse para sí los resultados de la tierra y la industria.
7. En una sociedad verdadera no debe haber ni ricos ni pobres.
8. El rico que es incapaz de renunciar a sus excedentes a favor de los indigentes, es enemigo del pueblo.
9. Nadie debe ser capaz, mediante la acumulación de los medios necesarios para la vida, de privar a nadie de la educación esencial para su bienestar, educación que debe ser común.
10. El objetivo de una revolución es destruir toda desigualdad y establecer el bienestar de todos.
11. La Revolución no ha terminado, porque los ricos absorben los bienes necesarios para la vida, mientras los pobres son transformados en esclavos, languidecen en la miseria y cuentan como nada en la vida del Estado.
12. La Constitución de 1793 es la verdadera ley del francés, porque el pueblo la ha aceptado solemnemente. (…)
13. Todo ciudadano está obligado a reestablecer y defender la Constitución de 1793, la voluntad y el bienestar del pueblo.
14. Todos los poderes derivados de la pretendida Constitución de 1795 son ilegales y contra-revolucionarios.
15. Aquellos que han alzado su mano contra la Constitución de 1793 son culpables de traición contra el pueblo.

La influencia de los «Iguales» se esparce junto con la inflación galopante: los panfletos babuvistas llegan a todos lados. Incluso comienzan a organizarse manifestaciones públicas. (…)

A medida que la insurrección parece ir tomando forma, Babeuf precisa aún más sus detalles. Triunfante en un primer momento, su tarea no consistirá en entregarse a los mecanismos electivos de la Constitución del ’93, que no pueden implementarse de la noche a la mañana sin que se corra el peligro de un reagrupamiento contra-revolucionario. El tiempo entre el golpe de mano triunfante y el reestablecimiento de la Constitución debía ser cubierto por una dictadura revolucionaria, a cuya cabeza estaría el propio Babeuf y un Comité de Bienestar Universal. La «dictadura del proletariado», como concepto, comienza a tomar forma histórica. Ese Comité tomaría inmediatamente dos decretos (que nunca pasaron de ser borradores redactados por Babeuf, aparentemente). El primero ordena la expropiación de las casas de los contra-revolucionarios y su reparto, junto con sus muebles, entre los sans-culottes, y llama a los comités revolucionarios de París a ejecutar la medida. El segundo, señala el establecimiento de una comunidad nacional de bienes sobre la base de la expropiación de los enemigos de la revolución, la abolición del derecho de herencia y la apropiación, por la nación de todos los bienes correspondientes a las personas que murieran de allí en adelante. Consagra, además, la pertenencia a la nación de toda persona, sin distinción de sexos, que entregue sus bienes y dedique su trabajo a ella. También se señala que la propiedad nacional debe ser explotada en beneficio de todos y que la comunidad debe garantizar a todos sus miembros una existencia igual y moderada. Para conseguirlo, el borrador se extiende en consideraciones sobre el comercio, el transporte, los impuestos, las deudas, las finanzas, la distribución y el manejo de los bienes nacionales, etc. Constituye un verdadero programa comunista para reorganizar el conjunto del país. (…)

Finalmente, la represión consigue atrapar a los insurrectos. Termina aquí la etapa ascendente de la conspiración, con centenares de detenidos que serán sometidos a juicio en condiciones especiales,
no sin que a fines de mayo miembros de la Sociedad del Panteón y montañistas intenten en vano sublevar a la población para liberar a los prisioneros. Otra insurrección fue preparada por seguidores de Babeuf en septiembre, que también fracasa y deja como resultado 800 nuevos detenidos y más de treinta fusilados.
(…)

El legado de un revolucionario – El babuvismo es el resultado del agotamiento de una experiencia histórica, la de la revolución burguesa. En el seno de su propio proceso, la revolución burguesa muestra sus límites: la libertad sólo puede ser «ante la ley», la igualdad es la igualdad «legal». De la fraternidad, ni hablemos. Esa contradicción entre lo que dice la ley y lo que manda la economía, es el cáncer que corroe la sociedad capitalista, el resorte secreto que impulsa toda rebelión, el motor último de la revolución socialista. Si la idea de que no puede existir libertad e igualdad sin una distribución equitativa del poder económico, es tan vieja como la humanidad, el descubrimiento de que la burguesía nunca va a cumplir sus promesas porque de ese fraude vive y prospera, es propio del babuvismo. Son ellos, los Iguales, los que describen prácticamente la frontera de la experiencia humana bajo el capitalismo, frontera que deja fuera la libertad y la igualdad para la inmensa mayoría.