Descripción
En la primera semana de mayo de 1937, Barcelona y otras localidades catalanas se llenaron de barricadas, produciéndose un enfrentamiento armado interno entre las diferentes fuerzas del campo republicano que luchaban contra los sublevados franquistas. Esta lucha ha sido mostrada como una de las causas que explicaban la derrota de los republicanos: los Hechos de Mayo serían el máximo exponente de la incapacidad congénita de la izquierda para dejar de lado las diferencias secundarias ante los problemas principales. Pero esta explicación democrática de la guerra civil, que la mayoría de la “izquierda” hace suya, obvía un hecho fundamental en la historia de la II República: que en 1931 se inauguró un período revolucionario que iba más allá del simple cambio de las estructuras políticas y que abrió la posibilidad real de una transformación social. Para una parte importante de la clase obrera española, el horizonte político de la II República no era la meta, sino en todo caso, una estación más; de lo que se trataba era de derribar el capitalismo, con una visión clara de que el cambio real estaba en la transformación social, en el fin del capitalismo: los Hechos de Mayo, con el enfrentamiento armado entre la república democrático-burguesa y los trabajadores revolucionarios, representan el clímax de esta situación; la derrota obrera supuso el fin de la posibilidad transformadora.