Argelaga # 4 Marzo 2014

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2014061100027 – Núm./Zbk.: 4 – Argelaga – – 84 páginas /orri.

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Descripción

 

 

 

 

 

 

 

 

#4 – Abril 2014

 

Portada #4Editorial [PDF]

La invención de Brundtland. Sobre la noción de desarrollo sostenible, de Luis Ponce, es el artículo central del presente número, que versa acerca de la reconstrucción ideológica del capitalismo emprendida a finales de los ochenta del siglo pasado en el contexto de precios altos del petróleo, desmoronamiento en el «Este» del capitalismo de Estado y giro mundial hacia el neoliberalismo. El concepto de sostenibilidad será la idea comodín que definirá una nueva etapa de crecimiento económico basada en la conciliación de la economía y la ecología a través del mercado mundial de la catástrofe ambiental. En el momento en que el desastre ecológico se vuelve rentable, el capitalismo se vuelve ecologista; la economía de mercado deviene compatible y complementaria con la ecología institucionalizada. En lo sucesivo, el capitalismo será «verde» o no será. El desarrollo capitalista ha de ser sostenible, es decir, ha de contener el desastre o, como mínimo, disimular sus desmanes, sino tendrá serias dificultades. Dicha sostenibilidad no puede ser garantizada simplemente por el mercado, por lo que se requerirán los servicios de un estado fuerte y con capacidad de intervención rápida frente a situaciones críticas. El capitalismo sostenible camina de la mano de un estado dictatorial más o menos encubierto.

El oro de Salave. Minería, especulación y resistencias. Introducción, de Eduardo Romero, del colectivo Cambalache, de Oviedo, es un artículo que contribuye a la lucha contra el proyecto de la empresa Astur Gold. La liquidación de la época industrial y minera en Asturias inaugura un periodo de agresiones territoriales fáciles de enumerar: tendidos eléctricos, autopistas, urbanización salvaje, túneles que vacían acuíferos, despoblación absoluta del campo, prospecciones de gas no convencional, etc. Nunca antes había sido más evidente que los modos de vida, las relaciones sociales en las que están inmersos y la nueva morfología del territorio asturiano dependen de decisiones especulativas tomadas en cualquier despacho lejos de allí. Como dice Eva Martínez en las conclusiones de El oro del Salave (Cambalache, 2013), «Asturias se ha ido quedando cada vez más sola en mitad de la tierra. Comunidad periférica en la periferia europea, parece que sólo puede aspirar a sufrir el expolio de las multinacionales que gobiernan los mercados o servir de laboratorio experimental para la enésima política de reajuste.»

Diario de campo de un incendio en el campo, de César E. Luque, es un artículo rescatado por el interés de los aspectos sociales de las catástrofes mal consideradas como naturales. Lo que subyace en ellas son los desequilibrios introducidos por el «progreso», responsable del estado de abandono del campo, del bosque y de la dehesa. Un fenómeno, hasta cierto punto natural, se halla en oposición con la naturaleza gracias a un modelo de ordenación territorial que conlleva el amontonamiento de la población en las urbes y una incompetente protección burocrática. El crecimiento «natural» de la economía autónoma induce al incendio. Entonces, el Estado se apropia del territorio, legisla, ordena y prohíbe. El resultado final puesto de manifiesto por el fuego es la guerra declarada de la naturaleza contra el maltratado y desarmado territorio.

Apunts sobre la reapropiació comuna de l’espai urbà, de Guiomar Castaños, señala el conflicto planteado por los intentos de reapropiación del territorio urbano entre sus habitantes desposeídos y un sistema que no deja nada fuera de él. Contra la metrópolis de los dirigentes, la ciudad de los refractarios a su dirección. Es ante todo una cuestión de supervivencia; numerosos proyectos convivenciales y asamblearios vecinales se producen como respuesta al aislamiento y pobreza de la vida urbana. Una sociedad dentro de otra y en lucha contra ella, disputándole su espacio y resistiendo la presión de las instituciones. Se ha respetado la lengua original del texto. Si bien Argelaga aspira a una difusión nacional, no por ello deja de ser una revista editada en Cataluña, dirigida también a los oprimidos de allí.

Manifest català per la historia social a vila i camp, de Miquel Amorós y Joan Carles Gelabertó, es una reivindicación de la historia como arma de la lucha de clases, algo que parece olvidarse cuando se esgrime la cuestión nacional. El manifiesto denuncia que la manipulación histórica de las fuerzas soberanistas ensalza instituciones oligárquicas del pasado, cuyo retorno no serviría más que para reforzar la opresión económica con un aparato político autóctono con mayores posibilidades de asegurarla. En cambio, una lectura del pasado en clave libertaria descubrirá en él la cuestión social que, como una constante histórica, se muestra a través de multitud de revueltas contra los opresores, tanto urbanas como campesinas y de las formas de defensa y autoorganización que les son propias. El texto va acompañado de un plan general de trabajo adecuado.

Crítica de la denuncia jurídica como estrategia de lucha contra los centros de menores, de Jorge del Arco, se plantea un cambio de perspectiva en la lucha contra las cárceles para niños «infractores» y la denuncia del maltrato que es habitual en ellas. No desprecia el recurso jurídico pero lo considera insuficiente, puesto que el objetivo no puede ser el cumplimiento de una ley represora que ni siquiera siguen los funcionarios maltratadores, sino el cierre de los centros de menores. Tal objetivo no puede conseguirse limitando la protesta al ámbito jurídico correspondiente, sino transformando la sociedad, creando otra que no necesite confinar a una parte creciente de la población, sea adulta, menor de edad o extranjera. Aboga por la coordinación de colectivos y asociaciones específicas en pro de una transformación radical de las relaciones sociales.

Camino hacia una sociedad sin Estado, de Miquel Amorós, recuerda el primer paso a dar en el inicio de un cambio revolucionario: la abolición del Estado. Como bien se desprende de las enseñanzas de la guerra civil española (1936-1939), nada bueno puede esperarse a la sombra del Estado, por más arruinadas que se encuentren sus instituciones. El proceso de desestatización no discurrirá por los mismos cauces, pues las condiciones actuales son muy diferentes de las de entonces. A modo ilustrativo, el artículo va acompañado de la llamada a las armas de la Comuna de Lyon, intentona revolucionaria de septiembre de 1870 que Mijail Bakunin y sus compañeros aliancistas protagonizaron a través de un Comité para la Salvación de Francia.

Un resquicio para levantarse. Historia subjetiva de la Asociación de Presos en Régimen Especial. Capítulo final, de Javier Ávila, uno de sus fundadores en la prisión de Herrera de la Mancha,
en 1990. Las circunstancias que presidieron la creación de la APRE eran mucho más duras que las que propiciaron su antecedente más cercano, la COPEL. La existencia prácticamente ignorada fuera de la prisión de un régimen especial equivalente a una cárcel dentro de la cárcel, donde la vida de los presos transcurría en condiciones extremas de aislamiento, sin apoyos, a merced de todas las coacciones y abusos, abocó a una minoría de irreductibles a acciones nunca antes practicadas como la toma de rehenes. A raíz de los numerosos motines e incidentes contra el endurecimiento del encierro, en los que se destacarían los presos que constituirían la APRE, el ministro de turno, Asunción, levantó acta de los tristemente célebre ficheros FIES. Un resquicio para levantarse (Tokata, CSO La Gatonera, L´Escafandre, 2014), cuya lectura recomendamos, es un libro intenso y apasionado, trasmite fuerza y aclara ideas que nos inducen a preguntarnos ¿acaso la cárcel no es una institución punitiva dentro de otra?

Elisée Reclus y la ciudad sin límites, de José Ardillo, que también ha escrito dos reseñas de libros. Reclus es, junto a Kropotkin, el pensador anarquista que más influido en los reformadores partidarios de la ciudad jardín y la planificación regional, tales como Howard, Unwin, Geddes, Mumford o Hall. La actualidad de su obra no estriba en una reivindicación de la naturaleza contra la civilización, cuyos males están encarnados en las conurbaciones, sino precisamente en la fusión de ambas. Reclus es progresista y, aunque ama la naturaleza, busca en la ciudad el arte y la ciencia. La ciudad es para él un hecho civilizatorio definitivo, que no tiene por qué alejarse de la naturaleza, sino que ha de fusionarse con ella. La defensa de la naturaleza es también una lucha por la ciudad en consonancia con ella. La ciudad no se concibe sin estar en armonía con el territorio, ni el territorio con la ciudad.

La descongestión de las ciudades es una necesidad inmediata y urgente, del grupo Reclus, perteneciente a la regional catalana de la FAI. El artículo apareció el 1 de octubre de 1936 en el semanario «Tierra y Libertad», que se editaba en Barcelona. Se trata pues de un texto único en varios sentidos, publicado en plena revolución, en el que plantea el problema de la descongestión urbana mediante un reequilibrio con el campo que la colectivización hacía posible. El abastecimiento de las grandes ciudades era el problema más urgente que se presentaba a la revolución. El trabajo colectivo de tierras tenía como misión absorber la masa de campesinos que la proletarización había lanzado a la ciudad para incrementar el ejército de mano de obra en reserva, con toda la secuela de bajos salarios, paro y miseria, y así garantizar los suministros de alimentos a la población. La crítica sin embargo no cuestionaba la industrialización ni el crecimiento urbano; el proletariado revolucionario era su principal consecuencia.

La tierra no se vende, se cultiva y se defiende, informe aparecido en «Desde la estrada», nº 4, noviembre de 2013, publicación del Centro Social Autogestionado palentino Doble o Nada. Denuncia la degradación del territorio castellanoleonés una vez ha sido despoblado de campesinos. Lugar para ubicar cementerios nucleares, vertederos contaminantes e incineradoras que tratan residuos más o menos peligrosos procedentes de las ciudades y polígonos industriales; también para especular con pistas de esquí o estaciones del ave, pasando por prospecciones de gas no convencional o explotaciones mineras de fuerte impacto ambiental. Las confluencia de intereses entre políticos, banqueros, industriales y constructores son más que evidentes, y el territorio es el gran sacrificado. Toda rehabilitación del mismo pasaría por la agricultura tradicional, los usos colectivos y la autodefensa, no por los empleos que puedan surgir de su destrucción.

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[84 págs. 21 x 29 cm]