Descripción
Parece obvio que para gobernar sabiamente es necesaria una cualidad que denominamos inteligencia y que se supone poseen aquellas personas que alcanzan el poder político. Difícilmente se votaría a quienes se consideraran intelectualmente incapaces. ¿Qué relación tiene la capacidad intelectual con la emocional? ¿Actúa la inteligencia al margen de las emociones y de los sentimientos? ¿Basta ser inteligente para enfrentarse con éxito a la tarea de gobernar un país? ¿Representan algún papel el amor y los sentimientos a él asociados, en el buen gobierno y en la búsqueda del bien común? En este libro nos proponemos sacar a la luz las relaciones que existen entre dos de las construcciones humanas que pueden provocarnos el mayor bienestar o sumirnos en la mayor de las miserias: el amor y la política. Los sentimientos y las emociones se han pretendido siempre al margen de la res pública, considerados como asuntos no pertinentes. Este afán implícito por silenciar su valor revela que se está ocultando algo muy importante, algo que se tiene mucho cuidado en impedir que emerja a la luz de la conciencia colectiva. Algo que podría romper muchas apariencias, descubrir muchas debilidades. Algo, en definitiva, innombrable y sospechoso de ser subversivo. Exploraremos sus consecuencias y señalaremos propuestas.