Al Margen # 71 (otoño 2009)

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2009110700020 – Núm./Zbk.: 71 – Ateneo Libertario Al Margen – 2009 – 30 páginas /orri.

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Descripción

 

 

 

 

Publicación de debate libertario
Año XVIII – Otoño 2009

Contenido

3 EDITORIAL: El miedo guarda la viña

4 PANOPTES: Cartas de Joaquín Garcés. Amadeu Casellas

6 La voz de su amo

8 DOSSIER: LA VERANDA: Nightmare

9 CON EL MONO PUESTO:
Asustados y de rodillas, así nos quiere el capital

10 Nuestros queridos miedos

11 Las bombas del miedo otra vez. La por

12 REVUELT@S: ¿Miedo a la inmigración?

13 Reflexiones intempestivas: Miedo e inmigración

14 ¿Qué es el miedo?

15 Contra el imperio del miedo

16 LAS MEJORES PLUMAS: No hay peor monstruo ni peor enemigo que el que se lleva dentro. Miedo, quiéreme. ¡Organice el terror a su alrededor!

18 POESÍA

20 Disculpen la molestia

21 EL CUERVO

22 ECUS DE SUCIEDAD: Nueva programación TV

23 Colaboración para el próximo número: La Traición de la Transición

24 LLIBRES: «Desconexión y otros ensayos». CINE: «El último guión»

25 EL EMBUDO

27 PUBLICACIONES. INFO-RED. DISTRIBUCIÓN. KIOSKO

28 Escupiu a la closca pelada dels cretins. LA TAPIA

Editorial

El miedo guarda la viña

Cuando nos planteamos dedicar un número de nuestra revista al tema del miedo, seguramente no fuimos conscientes del fregao en el que nos habíamos metido. Y no porque el tema no merezca una atención prioritaria, de hecho nos pareció una de las claves que explican gran parte de los marrones que agobian nuestra sociedad en este principio del tercer milenio. No, el problema llegó cuando, conforme íbamos avanzando, nos íbamos dando cuenta que el asunto tenía más aristas que un dodecaedro. Después de los cientos de miles de páginas que se han escrito sobre el miedo, desde los más diversos e insólitos puntos de vista ¿Cómo acotar la cuestión y situarla en un contexto en el que pudiera resultar útil reflexionar sobre ella?

Puestas así las cosas, nos pareció que resultaría provechoso incidir en las consecuencias que los miedos individuales tienen en el comportamiento social y como esos miedos son fomentados y utilizados por los distintos estamentos del poder para implementar los mecanismos de sumisión más adecuados a sus intereses en cada situación concreta.

¿Miedo a perder a nuestra pareja? ¡Hay que casarse! ¿Miedo a contraer la gripe A, B, C…? ¡Hay que vacunarse! ¿Miedo al terrorista? ¡Hay que denunciar a nuestro vecino! ¿Miedo a la delincuencia? ¡Hay que pedir pena de muerte! ¿Miedo a perder nuestro puesto de trabajo? ¡Hay que apuntarse a los sindicatos amarillos, tragar con lo que sea, trabajar las horas que haga falta y cobrar lo que buenamente nos quieran dar! ¿Miedo a que pueda desaparecer nuestra maravillosa democracia? ¡Hay que ir a votar! ¿Miedo a que venga la derechona del PP? ¡Hay que votar a la derechona del PSOE! Etc, etc, etc…

Lo que parece incuestionable es que el miedo es en estos momentos, uno de los elementos fundamentales que nos constituyen como personas y ciudadanos. Continuamente aparecen en los gabinetes de psiquiatría nuevas fobias nunca vistas mientras aumentan en progresión geométrica los casos de las ya conocidas. Habitamos una sociedad enferma de un variado surtido de paranoias en la que la desconfianza y la suspicacia se han apropiado de nuestras vidas. En principio y por principios, el otro siempre es culpable y por lo tanto hay que temerle y recelar de él ¿Por qué motivos? Eso ya se verá.

En un contexto social tal que así, todos los macabros aspectos de la xenofobia –en su sentido más amplio de miedo-odio a lo diferente- constituyen el correlato lógico de la situación.

En el ámbito de lo individual, nos dejamos colonizar por la ansiedad, la pulsión de moda que, como bien sabemos, no es sino el reflejo especular del miedo a nuestra propia persona, del miedo a superar el vértigo de ser fieles a nosotros mismos y tener fuerza para seguir los caminos de nuestro deseo. El miedo a actuar conforme a aquello que pensamos y sentimos, para no apalancarnos en la triste y falsa seguridad de la rutina, la autocomplacencia y la autojustificación resignada.

Vivimos agarrotados, inmovilizados por una larga lista de pequeños miedos que confluyen en un gran miedo que los resume: el miedo a la libertad, en frase afortunada de E. Fromm. El miedo a la autonomía personal, con lo que comporta de responsabilidad sobre lo que decimos y callamos, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Lo que Fromm llama en su estudio conformidad automática es lo que La Boétie llamaba sumisión voluntaria, en definitiva no otra cosa sino el temor a perder la seguridad que nos ofrece la representación acrítica de un determinado rol social.

En cualquier caso, los propietarios del viñedo tienen claro que el miedo guarda la viña. A nosotros nos cumple demostrar que sólo yendo más allá de ese miedo haremos nuestra la viña y podremos paladear nuestro vino en paz.