Descripción
DOS TEXTOS PARA UNA MISMA REALIDAD ï¿œY si ocurriera que, en realidad y aunque no nos percatï¿œsemos de ello, estamos sometidos a una permanente propaganda de guerra que, en todas las cuestiones de nuestra vida cotidiana nos dice no sï¿œlo lo que tenemos que hacer y pensar, sino tambiï¿œn lo que tenemos que sentir, padecer y gozar? ï¿œY si ocurriera que esa propaganda diaria de guerra fuera tan perfecta, sutil, adaptable y flexible que no se percibiese a simple vista, o sea fuera invisible e imperceptible en sus formas pero no en su contenido y menos aï¿œn en sus efectos inhumanos? ï¿œY si ocurriera que, por poner un ejemplo, esa invisible propaganda diaria de guerra ha logrado tambiï¿œn, como en otros muchos casos, hacernos creer que no ha existido el uso militar del uranio empobrecido como, segï¿œn juran y perjuran los EE.UU nunca ha existido la guerra biolï¿œgica contra la agricultura y la economï¿œa cubana? ï¿œY si ocurriera que no sï¿œlo se trata de la ocultaciï¿œn del empleo del uranio empobrecido sino tambiï¿œn de la ocultaciï¿œn de experimentos en vivo de potentï¿œsimas drogas con humanos vagabundos para poder aplicarlas luego en defensa del estado y de su democracia? ï¿œY si resultara que….? Estas y otras muchas interrogantes me he hecho yo mientras leï¿œa dos excelentes libritos de bolsillo, de esos que usï¿œbamos antes y que ahora apenas existen, y que analizan dos cuestiones en apariencia muy distantes entre sï¿œ pero muy relacionadas en la realidad. Porque ï¿œquï¿œ tiene que ver la propaganda de guerra con el uranio empobrecido? A simple vista, nada o muy poco, tan poco como que la OTAN anda de por medio. Y cuando digo que es poco el que la OTAN ande de por medio es que en mï¿œ ya ha hecho efecto la propaganda de guerra de la OTAN pues uno de sus objetivos es precisamente ese, el de reducir la OTAN, esa mï¿œquina de muerte y opresiï¿œn, a una naderï¿œa o pero aï¿œn, a un «instrumento de defensa de la paz y de la democracia». Sin embargo, hay mï¿œs que eso, pues una de las conexiones
entre ambos temas –la propaganda de guerra y el uranio empobrecido– es el papel de la prensa, de los gabinetes de prensa de los ejï¿œrcitos y gobiernos, de las grandes corporaciones del complejo industrial-militar, Estos y otros poderes mienten con bellaquerï¿œa y cinismo para ocultar dichas relaciones. Pero el problema es mï¿œs serio e inquietante porque quien usa uranio empobrecido y otras armas de nueva o vieja tecnologï¿œa -recordemos que los EEUU han anunciado el reinicio de la guerra biolï¿œgica ademï¿œs de la guerra de las galaxias- es tambiï¿œn capaz de emplear otros recursos letales o destructivos a diversa escala y selecciï¿œn de objetivos. En resumen y para acabar, de entre las muchas que he sacado de ambos libritos excelentes sï¿œlo puedo citar dos: una, es que del enemigo hay que esperar siempre lo peor y por tanto hay que prepararse para ello. La razï¿œn es muy simple pero demoledora y consiste en que por debajo de los cambios, aï¿œadidos y mejoras en sus sistemas de brutalidad y agresiï¿œn, lo que los estructura y guï¿œa, es una lï¿œgica implacable que ya fue enunciada y desarrollada con mucha antelaciï¿œn, y que posteriormente ha sido mejorada pero nunca negada ni abandonada. Esa lï¿œgica aparece en el librito «Principios elementales de la propaganda de guerra», maravilloso texto de actualidad innegable. La otra es que a pesar de todos sus esfuerzos, gastos e inversiones multimillonarias en nuevas tecnologï¿œas de muerte, no consiguen acabar con la vida, con la crï¿œtica cientï¿œfica y objetiva, con la prï¿œctica democrï¿œtica y revolucionaria. Esa lecciï¿œn imprescindible aparece en el librito «El uranio empobrecido», un ï¿œgil y vibrante texto que nos remite a la constante humana de no aceptar la opresiï¿œn. I??AKI GIL DE SAN VICENTE