Descripción
A partir de un problema de traducción de un discurso de la comandante zapatista Ana María, el autor inicia una indagación acerca del tipo de pensamiento, de la concepción del mundo, en fin, que hay detrás de unas lenguas (tzeltal, tojolabal…) en cuya sintaxis no hay complemento directo, simplemente porque la relación sujeto/objeto, característica del pensamiento occidental, no existe. Y es así porque en las comunidades indígenas sólo existe relación entre iguales, es decir, no se concibe relación alguna con lo que es exterior al individuo -ni entre individuos- que no se dé sobre un plano de reciprocidad. Los tres ensayos que componen El mito de la Razón, “se presentan como tres momentos de una reflexión sobre nuestra cosmovisión”, una visión del mundo basada en el pensamiento escindido (cultura/naturaleza) que arranca de la Grecia clásica y que, como forma de razón positiva, se ha erigido en principio de evaluación universal, en tanto razón objetiva: la Razón. Esta escisión se corresponde con la división social y la dinámica de sometimiento a través de la esclavitud, la servidumbre, y el asalariado que fundamentan la civilización occidental desde hace siglos y que se orienta hacia el dominio y valorización del mundo en tanto objeto exterior al sujeto. En este sentido, la negación del “pensamiento racional” en los llamados pueblos primitivos es una condición previa a su sometimiento y colonización por parte de la cultura occidental. Prosiguiendo la senda de las corrientes más críticas y desprejuiciadas de la antropología (Pierre Clastres, Marshall Sahlins…), Georges Lapierre polemiza con algunos filósofos e historiadores (Jean-Pierre Vernant y Pierre Vidal-Naquet) y expone sus objeciones a lo que sería “el Mito del nacimiento de la Razón” del que se nutre la cultura en Occidente.